Las natillas de mi madre

Hay recetas que no se aprenden en libros ni en vídeos, sino que se heredan con el tiempo, entre cucharas de madera y olor a leche caliente. Hoy quiero compartir con vosotros una de esas joyas de mi infancia: las natillas caseras de mi madre. Una receta sencilla pero con alma, de esas que se preparan sin prisas y se disfrutan con los ojos cerrados.

Os aviso: no son las natillas tradicionales que se compran en vasitos. Estas son especiales. Llevan "suspiros de monja", como los llamamos en casa: pequeñas nubes dulces de clara montada que flotan en la superficie y le dan un toque único.

Ingredientes:

  • 2 litros de leche entera

  • 2 huevos

  • 1 sobre de flan (en casa usamos el del Chino Mandarín, el de toda la vida)

  • 10 cucharadas soperas de azúcar

Preparación:

PASO 1: Separamos los huevos
Lo primero es separar las yemas de las claras. Ponemos las yemas en un bol y las mezclamos con 2 cucharadas de azúcar y un chorrito de leche fría. Reservamos.

PASO 2: Preparamos la mezcla del flan
En otro recipiente, disolvemos el sobre de flan junto con otras 2 cucharadas de azúcar y un poco más de leche fría. Removemos bien hasta que no queden grumos.

PASO 3: Unimos las dos mezclas
Ahora juntamos las yemas con la mezcla del flan. Esta será la base de nuestras natillas.

PASO 4: Montamos las claras a punto de nieve
En un bol limpio y seco, batimos las claras hasta que estén firmes, a punto de nieve. Aquí viene la parte mágica...

PASO 5: Hacemos los "suspiros de monja"
Ponemos a calentar el resto de la leche (unos 1,8 litros) junto con el azúcar que queda (6 cucharadas). Cuando esté bien caliente (pero sin que llegue a hervir), vamos añadiendo la clara montada a cucharadas grandes, como si hiciéramos islas. Las cocemos unos segundos por cada lado, dándoles la vuelta con cuidado. ¡Flotan y se ven preciosas!

En una fuente o bol grande, vamos colocando con cuidado los "suspiros de monja".

PASO 6: Colamos la leche y cocemos la mezcla
Cuando terminamos de cocer todas las claras, colamos la leche para eliminar restos y espumillas. La devolvemos al fuego suave y añadimos la mezcla de flan y yemas. Ahora es importante remover sin parar, con cuchara de madera o varillas, hasta que espese ligeramente. No debe hervir para que no se corte.

PASO 7: Montamos las natillas
Vertemos por encima de los suspiros de monja las natillas calientes. Al enfriar, se quedarán como flotando.

PASO 8: Dejamos enfriar
Se pueden tomar templadas, pero en casa siempre las dejamos enfriar bien, primero a temperatura ambiente y luego en la nevera. Cuanto más reposan, más ricas están.

Esta es una de esas recetas que siempre me transportan a mi infancia, al calor de la cocina y al sabor de lo hecho en casa. No lleva muchos ingredientes, pero el cariño y la paciencia son clave. Si os animáis a prepararla, contadme qué tal os sale. ¡Y si le dais vuestro toque personal, aún mejor!

¿Y tú? ¿Tienes una receta heredada que merezca un hueco en tu cuaderno de repostería?


Truquitos y consejos:

  • Si quieres hacerlas más caseras aún, puedes sustituir el sobre de preparado de flan por 20 gramos de fécula de maíz y el interior de una vaina de vainilla.

  • Para hacer los suspiros de monja, debes poner cucharadas muy grandes de clara montada, ya que reducirán su tamaño al hervir

  • Ten cuidado con la leche mientras cueces las claras montadas, en cuanto te despistas un segundo, se salen de la cazuela!

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